Publicamos «By my side», la historia de una anciana y su inseparable perro

Como venimos anunciando, cada dos martes, publicamos nueva pieza de Anthology of Sadness (celebrando su cuarto aniversario) en Youtube acompañado en la descripción con un relato corto, pensado para ser leido mientras se escucha la pieza. Esta vez, traemos la historia de una anciana y su inseparable perro. Las reflexiones que la protagonista hace de su vida llevarán al lector a sus transcendentales dudas.

RELATO:

BY MY SIDE
Había disfrutado de la vida. Se había visto rodeada de cinco hijos y catorce nietos. Pero desde hace unos años, caminaba en gozosa soledad por la pradera donde siempre vivió. Donde había visto a sus hijos y nietos jugar en el pasado y por donde paseaba con su perro en el presente. Donde transitaba con su marido en largas caminatas románticas mientras hacían sus planes de futuro y donde ese futuro ya se había tornado pasado. Lucía un sol radiante, cuyos rayos se asomaban entre los árboles y las hierbas y animaban a los pajaros a piar sin cese en preciosa armonía. Su perro, ya también entrado en años, no se separaba de ella. Se había convertido en el refugio de sus sentimientos. En aquel a quién podía mirar a los ojos y hablarle más allá de las charlas de las viejecitas con sus muertos antes de acostarse. La acompañaba en todo momento. Era para ella su mejor amigo, y las sensaciones que le transmitía el can atesoraban los ecos de las ya extintas visitas de su familia, el alma de su marido y hasta la felicidad de sus días vigentes.

Ella se preguntaba con mucha curiosidad y poco miedo, si tras su muerte se encontraría con su marido. Si les esperaba una nueva etapa juntos tras la mera existencia terrenal. Entre la ciencia y la pseudociencia, apuntaban a varias teorías. Pero ella no sabía nada ni le importaba sus opiniones. Solo le hacía caso a su sentir más profundo, pero siempre concluía, como todos, que no sabía nada.
En cierto modo esperaba ese día, aunque siempre pedía al destino (en su infinito ateísmo) que fuera sin sufrimiento.
Pasaron los días, las semanas y los meses… Pero grados arriba o abajo, en su paraíso particular, aquella ladera verde e impoluta, seguía siendo un oasis de sol y apacible tiempo. Ella había detectado que su perro, desde hacía unas semanas estaba aún más cerca de ella que de costumbre. Especialmente cariñoso y afectivo. A veces ni siquiera acudía a comer cuando su vieja compañera le servía la comida en su cacharro para quedarse a su lado, apurando su hambre y sacrificando su disfrute culinario. Le preguntaba con la mirada, le acariciaba detrás de las orejas y le agradecía ese apego. Pero no encontraba solución a sus cuestionamientos.

A los pocos días, viró el tiempo a nublado y aunque no llovía y se conservaban las temperaturas típicas invernales, no llegó a hacer frío en exceso. La noche llegó en estas circunstancias y la viejecita se disponía a irse a la cama, pero aquel día, se puso un viejo camisón blanco que había heredado de su madre. A pesar del paso de las décadas, la prenda conservaba su blanco candoroso. Sintió cómodo su cuerpo y arropada su alma. Para ella era muy especial y lo usaba en contadas ocasiones con el único criterio de la apetencia, pues en su vida no había ya días especiales dignos de subrayar. Su enésimo encuentro furtivo con su entonces novio, la noche de bodas o los escasos viajes en pareja por todo el país, eran cosa de un pasado muy lejano.

Con su camisón, se metió en la cama, mientras su perro se apostaba a los pies de la misma. El placer invadió cada poro de su piel y cada fibra de su alma. Se sentía acurrucada entre las mantas mientras escuchaba el leve zarandeo del follaje en el exterior.
De repente y ya en plena madrugada, subióse el perro a la cama, pero ella entonces estaba ya sumida en un profundo sueño.
Con el amanecer llegó su ocaso. El sol quiso darle respuestas a todas sus preguntas y le otorgó el billete para su viaje infinito. Tomó las riendas de su nuevo destino y, aunque estaba feliz por saber si vería a su amor, sus ojos rebosaban lágrimas mirando atrás en busca de su más fiel compañero.

Relato corto de: Paco Mitos